martes, 11 de junio de 2013

Modos como los miembros de una cultura codifican y decodifican: singularmente el significado.



Vivimos en un mundo donde las imágenes se han convertido en una poderosa herramienta de comunicación. El lenguaje audiovisual produce la impresión de ser un lenguaje simple, transparente y directo. Por el contrario, es un lenguaje de una enorme complejidad que requiere también de procesos de enseñanza y aprendizaje que implican la ampliación del concepto de alfabetización, una alfabetización audiovisual que brinde herramientas para decodificar el lenguaje de la imagen, comprendiendo los elementos que lo componen, sus reglas, convenciones y el enorme poder que tienen. Lucía Lazotti agrega:

“(...) toda obra visual constituye un mensaje complejo (...) tanto a nivel cognoscitivo como a nivel afectivo. Éstas asumen un significado en el momento de la lectura, que por lo tanto se convierte en el momento fundamental de la educación visual. Toda obra visual (...) representa siempre una estructura significante que expresa unos contenidos no siempre explícitos y que, por este motivo, deben ser interpretados por quienes los reciben o los leen, es decir, que deben ser actualizados por el destinatario” (Lucía Lazotti Fontana; 1983; p.102).

“Una actitud de percepción especializada y no espontánea implica no sólo la capacidad de captar las estructuras significantes -capacidad que no tienen los que no han sido educados a ver-, sino también la formación necesaria para saber leer los valores estéticos y culturales que aporta la obra.

Actualmente, en una época de fuerte saturación perceptiva, determinada por la amplia visualización del ambiente por parte de la persona, es cada vez más difícil no sólo discriminar las imágenes, sino también captar su significado. Una actitud de búsqueda, de análisis, de contextualización de la imagen puede convertir a nuestros alumnos, en atentos investigadores del auténtico significado del mensaje, es decir, del mundo afectivo y cultural y de los valores que conlleva la obra” (Lucía Lazotti Fontana; 1983; p. 112).

La educación puede verse como un proceso interesado en expandir y profundizar el significado que la gente puede extraer de su vida. La construcción de significado depende de "la capacidad del individuo de experimentar e interpretar la significación del entorno, incluyendo la manera corno otras personas de su cultura han construido y representado el significado. Las formas de representación -visual, auditiva, cinestésica, lingüística, matemática-son modos como los miembros de una cultura codifican y decodifican: singularmente el significado” (Elliot Eisner; 2002; p.25).


 “En cierto sentido, esa capacidad de codificar y decodificar el significado puede concebirse como una forma de alfabetismo. Al hablar de alfabetismo no me refiero solo a la destreza en el uso del lenguaje convencional, sino a la posibilidad de expresar un significado a través de cualquier medio. El alfabetismo, según el uso que aquí hago de este término, no se refiere a un solo tipo de construcción del significado, sino a muchos. Y una de las funciones importantes  de las escuelas es el desarrollo de múltiples formas de alfabetismo, o sea, el desarrollo de la capacidad del alumno de extraer significado de· las artes, las ciencias, la matemática y, por cierto, de cualquiera de las formas  sociales puede construirse ese significado” (Elliot Eisner; 2002; p. 25).
En el contexto de la educación para los medios, el objetivo fundamental no es (…) sino alentar una comprensión más sistemática de la manera como operan los medios, y por ende, fomentar maneras mas reflexivas de usarlos” (Buckingham; 2007; p.209), ya que los sujetos “no solo adquieren conocimientos sobre los contenidos o información semántica que se ofrece, sino también sobre el tipo de actividad y habilidad intelectual necesaria para la adquisición de mensajes” (Area Moreira; doc. Inédito; p.2)

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